Vanille Alcantara, un homenaje a la Venecia de los exploradores

Una fresca tarde de verano en el puerto de Venecia de siglos pasados, atraca un barco de las tierras lejanas del Golfo Pérsico. Todos los comerciantes venecianos están allí. Y por una buena razón, los preciosos olores que emanan del barco embellecen el puerto: se encarga de los raros y exclusivos olores orientales por los que compiten perfumistas de toda Europa.

Entre todos estos tesoros olfativos, destaca el aroma de los naranjos: las pequeñas flores blancas dulces y polvorientas, traducen muy bien la alegría de vivir la representación mediterránea de los venecianos.

El penetrante aroma de bergamota, que pronto será apodado el oro de Calabria, también está cuidadosamente protegido en las bodegas del barco. Proporcionará desde la aplicación de Vanille Alcantara su tónico, aireada y radiante.

Viajar desde el Golfo a Venecia es un viaje suntuoso. Nos encontramos con magníficas criaturas marinas que esconden un tesoro olfativo inesperado: el ámbar gris, del que se deriva el ambroxan. Su olor tan leñoso como ámbar es sutil y hace que Vanille Alcantara sea profundamente adictiva.

Las lejanas tierras persas están llenas bosques y pocos son los barcos que traen sándalo blanco de la India a Venecia. Este barco es uno de ellos. Cálido y Sensual, aporta al perfume su característica ternura.

Pero otro tesoro tropical olfativo, la vainilla, firma la identidad gourmand de este perfume único. El praliné, consagra una fragancia dulce.

Un equilibrio perfecto, memoria de los olores de exploraciones pasadas.